3.10.11

La Larga Marcha

Hace rato le traía ganas a este libro, luego de buscarlo en varias librerías de segunda mano al fin di con él, y no creí que la espera valdría tanto la pena..



Anualmente, no se deja muy claro a partir de que año ó en que tiempo estamos, se convoca a muchachos no mayores de 18 a participar en una caminata donde las reglas son claras:

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-No pueden disminuír la velocidad de 6,5 km/h.
-En caso de hacerlo se da un aviso.
-A los tres avisos se da el pasaporte; que dicho de otro modo es la muerte.

El ganador será el último que quede vivo. Y éste podrá pedir el premio que desee.

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La verdad el momento cuando leí esto no llegué a vislumbrar el rumbo que sería capaz de tomar la novela, el nivel que alcanzaría. Se cuenta que la caminata es seguida por millones de personas en el mundo, por televisión y desde la misma carretera; cuando empecé a leer hubo morbo, como el de esas personas, sin embargo, conforme los mismos concursantes avanzan, el cansancio, la lucha, los motivos de estar participando, los lazos que se crean entre ellos, la intensidad de cada paso, la agonía, la fuerza, la angustia, el saber que todos vamos y al final inevitablemente quedará uno; todo esto no hace mas que sentirte uno más en la carrera. Y esto a tus 16, 17 años.

Y esto de que todos vamos y al final quedará solo uno es la parte que cala mas hondo. Como digo, entre los caminantes se crean lazos, van conociendo la historia de cada uno, llegan a ser amigos.
Y el final obviamente no lo cuento, pero se me hace tan, tan poderoso.

Una obra más que realmente pasa a convertirse en uno de los libros de mi vida ..para esto no hay palabras.

10.6.11

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Corría con toda mi capacidad tras el ente. No quería dejar de escuchar lo que tenía que decirme, porque algo, estaba seguro, tenía que decirme. El camino se tornó despejado, llegamos a una llanura y aún creyendo poder alcanzarlo contemplé cómo llegó al precipicio que se formó delante y dió uno de sus acostumbrados saltos hacia el cielo. Me detuve un momento viéndolo desaparecer mientras descansaba mi cuerpo. Volvía a voltear hacia cada lado inútil, desesperadamente, tratando de encontrar algún residuo, algún sonido. Nada. Me tiré sobre la tierra. El silencio del mundo volvía a cubrirme y yo prometía, de nuevo desde que me quedé sólo, alcanzarlo el próximo día que escuchara ese aviso lejano que indicaba su cercanía, la que cada vez con mayor empeño necesitaba el último hombre que quedó en la Tierra.

4.5.11

La última memoria

El día que vi la culminación de la vida me encontré impasible.

Yo quería pasar el tiempo viendo cómo a lo lejos el universo se desintegraba. Por instantes vi correr la sangre a raudales, gente, como siempre, gritando, sólo más asustada.

Agua, tierra, al fin sucedía.

Al fin los cuentos de mis padres existían, al fin algo me parecía importante. Al fin valía la pena estar vivo.

Al fin moriría.

Me equivoqué.

La resolución, la novedad, la noticia, el resplandor, fueron algo excitante, pero empezaba de nuevo. Diferente, pero de nuevo comenzaba.

La acción de otro sobreviviente bastó para querer más que nunca hundirme en la nada, tomó sólo unos segundos. La espera resultó vacía, lo que alguna vez pude, quise esperar, se desvaneció.

La última lágrima corrió y vi por primera y última vez la imagen del renovado, mismo mundo.

Iba, eternamente, a ser imposible.